Café para llevar
Lorena Vides

 

 

——–Un frío paralizador atravesó su médula cuando escuchó la bocina del carro al cruzar la avenida, tenía los audífonos puestos desde que se bajó del contaminado bus. Su jefa le había gritado: no estaba su café cerrero en el escritorio. Necesitaba llegar rápido, hoy podría, por fin, sugerir algunas tímidas vacaciones para ir a la playa. Entró a la cafetería, no había más de tres personas, todas desconectadas; sintió cómo el celular volvía a vibrar, sin pensarlo desconectó sus auriculares y ordenó dos cafés, necesitaba algo de energía para sobrevivir. Cuando percibió el aroma de un toque de canela, una pizca de azúcar y tres cucharadas del grano más barato, sintió cómo una contrariada melodía, un zumbido continuo y una ópera errada arrastraban el asfalto y por primera vez en años, pensó en su madre.

——–Tenía catorce la última vez que la invitó a comer. No la había visto hace años, todo era así desde que decidió no volver a ser su madre. Vivía en el centro de la ciudad en una pequeña habitación; su atardecer estaba lleno de casas descoloridas, cartones siendo camas e hileras de carros. El asfixiante humo devoraba el lugar, saborizando el arroz con pollo recién hecho. Su madre no dejaba de hablar del viaje que iba a hacer, donde encontraría el amor de su vida y podría ser feliz; no tenía tiquetes, iba a ir en un colectivo hasta la frontera. Tiempo después, las noticias mostraron su rostro entre los desaparecidos. Nunca lloró por ella.

——–El sabor inherente de los motores y el ruido del café mientras pasaba su garganta eran explosiones de un amor roto; era su madre, sus flores violetas marchitándose en la ventana, sus primeros pasos celebrados y una extraña sensación de no haberla perdido porque nunca había estado. Se terminó el café, el celular estaba apagado, quería seguir degustando el ruido de los carros, sentir el abrazo de su madre antes de partir y oír cómo ese aroma arrullaba su frágil alma. Cuando anocheció, decidió pedir un café para llevar e ir a donde su padre, quizás él también querría escucharla.

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