——–La última vez que lo vi sus ojos café no paraban de observarme. Sus labios, rojos, se deslizaban en una bella sonrisa. Todo estaba bien, todo era agradable. La última vez que lo vi nuestros cuerpos se entrelazaron en un abrazo, confortante, recuperador, amoroso. La última vez que lo vi hablamos largas horas mientras caminábamos por el mismo lugar de siempre.
——–El teléfono sonó, la última vez que lo vi dijo que me llamaría, contesté feliz queriendo escuchar su voz. No era él, era su hermana sollozando. «Estaba bien», dijo entrecortada, «pero, de un momento a otro, no pudo… no pudo seguir respirando».
La última vez que lo vi tenía tos, era suave, tenue. Una tos asesina.