——–—Que sí, mamá, vi cómo me estornudó a propósito. ¡Sus asquerosas gotas cayeron en mi brazo!, seguro me contagió. ¡¿Qué hago mamá?! —dijo mientras se lavaba las manos con ahínco y algunas lágrimas asomaban en sus ojos. Su madre había logrado calmarlo, pero en su mesita de noche se escuchó el ding, ding, ding, de los mensajes que le llegaban, eran demasiados, todos sobre el virus; los leyó con cuidado: «Lávese las manos cada tres horas, no salga». Ding, ding: «Murieron seiscientos en Italia; en Colombia son tres mil los infectados. ¡Ya no hay comida!». Ding, ding: «Los supermercados cierran…». Sudaba, sudaba mucho; luego sintió unas ganas terribles de toser. ¿Estaría infectado? Las redes dicen que sí ¡Dios mío!