Canta
Ignacio Cantillo Saade*
——–«¡Canta, joder!», un recuerdo le hablaba en su mente: «¡Canta duro para no llorar!» y pegaba sendos alaridos desentonados que rebotaban en las paredes y salían en conjunto hechos eco por el balcón del quinto piso hacia la calle de la madrugada que silenciosa arrullaba los sueños de todos, menos el de él. ¡Pum, pum, pum! Tres golpes en la pared, ¡pum, pum, pum, «¡cállese!» decía el grito del otro lado del muro. Y ella se mecía aún en el aire. «Ya casi terminas», le decía ella animándolo y él cantaba la siguiente línea con más fuerza. «Muy bien», ella continuaba, «¡esto es arte! Lo estás haciendo muy bien». Y una lágrima rodaba por su mejilla, y la voz de ella era callada por la voz de él en su cabeza: «¿Por qué no estás aquí para verme cumplir tu deseo? ¡Maldita!», y leía el papel con la letra de la canción escrita mientras ella seguía meciéndose en el aire, tocándolo todo, mojándolo, tinturándolo. ¡Pum, pum, pum!, «¡que se calle!», de nuevo la voz de al lado y de repente: «¡Aaaah!», un grito proveniente de la calle. ¡Pum, pum, pum!, «¡cállate!», la vecina, «¡estás despertando a todo el barrio!». «Eso es lo que tengo que hacer», le respondió él en su cabeza y continuó cantando.
——–Las luces del vecindario se fueron encendiendo rápidamente, los gritos se juntaban en la calle y el silencio de la madrugada fue rotundamente roto por el canto de las sirenas. «¡Loco!», escuchaba, «¡que te calles!», «no, mi amor, canta para no llorar», «¡cállate!», «¡Aaaah!»… «Esto es arte…».
——–Luisa Martina Figueroa, artista plástica reconocida a nivel internacional, con cáncer de mama avanzado, se mecía allí, en el aire, haciendo su gran pieza de arte que sería recordada por siglos: atada por una soga a sus tetas y a su cuello, desnuda, con solo un lazo rosa cosido en su pecho, colgando desde su balcón, muerta, derramando su sangre sobre la acera, roja. Y su novio, Alejandro, cantaba a grito herido Canción sin miedo, de Vivir Quintana, para no llorar.
*(Bogotá, Colombia)
Un hombre idealista, que desea plasmar sus ideas en largas líneas complejas e inentendibles que incitan a pensar, a dudar o, al menos, buscan llamar la atención.
Publicista resignado, redactor, corrector, astrónomo aficionado y estudiante de la maestría en Historia en la Pontificia Universidad Javeriana. «Todo es historia».