Instantánea en el trajinar
Adriam Bastidas*
«La fotografía es un secreto de un secreto.
Cuanto más te dice, menos sabes».
Diane Arbus
——–Trashumante es regreso son los caminos despavoridos que sirvieron para una metamorfosis que se dictaminaba a partir de miradas flotantes; mientras todos los pertenecientes al rebaño se manifiestan bajo las cotidianidades, van decorando espacios de la urbe, que son ínfimos pero, a su vez, íntimos, que bajo las circunstancias, sean de sobrevivencia o del mismo subconsciente, revelan todo aquello que se acerca y se aleja de lo topofílico.
——–Es allí donde aparece la fotografía para establecer desde el mismo silencio, bajo la óptica, la luz y el sorprenderse siempre, toda la cosmovisión existente entre el arte y los ya congestionados fenómenos sociales que, a partir de los personajes que se distancian del rebaño, se disfrazan de narradores por medio de una imagen inmediata, a veces, inédita para ellos mismos.
——–La fotografía documental transforma, te hace caminante acompañado de ritmos circadianos un poco surreales, donde el espacio-tiempo lo da la realidad del otro, las vivencias del otro y, en cuestión de instantes, interviene lo sigiloso, la mirada, el prepararse, la sorpresa, el apreciar, el deleite, la rapidez, el obturar.
——–En todo este encadenamiento florece un mensaje que crea un discurso de conciencia, de sentimientos encontrados, polarizados, utópicos o singulares; pero, en ultimas, son las imágenes inmortalizadas que cumplen funciones de ir hilando fibras sensibles que interactúan con la cultura para luego arrojar dicotomías plasmadas en collage; y, como resultado reflexivo, son pocos los que se impactan como producto de las múltiples informaciones disparadas desde todos los puntos comunicacionales, sean presenciales o digitales, notando que, a cada segundo, se hacen más insensibles.
——–Esa indiferencia contagiosa produce ondas que, a cada paso, sin importar el rumbo, motivan a seguir fotografiando las realidades de los aturdidos por esta cofradía esponjosa, proporcionando ideales que sociedades canibalescas, rescatando del pasado esas comunidades resilientes; y es justo en el instante del empirismo que reaparece la expresión estructurada de querer mostrar lo desconocido, a desconocidos; y para que muchos sientan que dicho trabajo son espejos que reflejan distintas latitudes, todos guiados por la misma brújula.
——–Desde el congelamiento del fragmento real, lo visual se hace híbrido con nuevos lenguajes, olvidando la técnica, despertando el punto más sentimental, que al momento de enfrentar la foto se dé una interacción casi onírica, infantil, precisamente para dejar a un lado los egos, las frustraciones, considerando que cada obra es un nuevo mensaje, en especial, un mensaje político, que nos invita a ponernos en diferentes roles para poder conocer qué hay detrás de quien tenemos al frente, de aquel que nos pasa por al lado.
——–Estos roles tienen en cuenta lo que más le hace falta a la humanidad del siglo XXI: empatía por el prójimo, solidaridad intercambiable; y si la imagen documentada logra estremecer, el contador de historias, el trashumante, debe darse por bien servido ya que, en algún momento, aquellos que fueron modelos capturados, posando por razón de ser o por simple espontaneidad del ser y de las causalidades, hacen una especie de teletransportación y desde su lugar de origen llegan a la fotografía que observa el espectador y comienzan a susurrarle con detalles el origen de las causas y de los efectos.
——–Lo más gratificante es que continuamos viajando, esta es la fuente generadora de confianza artística, del aprendizaje autodidacta; siempre aprovechando los vientos que llegan desde varios ángulos, y por esos mismos ángulos se filtran los rayos que interactúan con la máquina para dar a conocer acontecimientos importantes, con significados objetivos, explorando, agudizando el ojo, para que la composición de lo poético no solo quede impregnada de sencillez, sino también impregnada en nuestra piel; después de todo, la misión surge a partir de la curiosidad, del conocer, interiorizando en todos los rincones que más se pueda, buscando, dialogando, adaptándose al entorno, a la pluralidad, siendo el testigo anónimo que busca respuestas en cada disparo.
——–Queda claro que no importan los rumbos que tome el ser sedentario, siempre está realizando su trabajo etnográfico a partir de su cámara, junto con la responsabilidad que se necesita para mirar de frente al grupo y, a medida que los sentidos van exteriorizando la pasión por lo realizado, también se va sintiendo una neblina de angustia, de frustración, al sentirse un salvador; algunos le llaman el vértigo, la carencia de espiritualidad pero, en el banquete que nos ofrece la vida, todo radica en la paciencia de la nueva instantánea que nos ilusiona al no pertenecernos.
*(Bogotá, Colombia)