Profundo espejismo
Eimy Ro*

 

 

27 de enero, 1998

——–Hoy es el mejor día de mi vida. Siempre soñé con este vestido blanco como de princesa. Aquí, frente al espejo del pequeño cuarto que durante años he rentado, puedo verme feliz, completa. No puedo evitar sentir nostalgia al saber que es mi último día aquí. A partir de esta noche me mudaré a otro lugar, a mi nueva casa, una más amplia para construir mi nuevo hogar. Definitivamente me mudo a una nueva vida.

——–Hemos llegado a la iglesia. Él está a mi lado y su mano ha tomado la mía; no puedo evitar el sudor que cae por mi espalda, es lo que me suele pasar cuando estoy nerviosa. ¡No lo creo! De ahora en adelante mi vida será increíble.

——–Este lugar me agrada, siempre está muy lindo, pero hoy está especialmente bien decorado. Cada vez que vengo quedo admirada al ver la fuente que cae del altar, pero hoy solo puedo pensar en él y en mí, en lo felices que seremos y en cómo Dios ha contestado a mis oraciones.

——–Mis amigos están detrás de nosotros. Ellos están contentos. Creo que todos saben que tomé la mejor decisión. El pastor ha tomado el micrófono y ha comenzado a hablar, no sé si son los nervios que no me dejan prestar atención, pero no puedo evitar voltear a ver a Andrés. Está serio pero muy guapo. ¿Será feliz?, ¿tendrá la misma sensación que tengo yo? Me imagino que sí, es lo más seguro.

——–Todo pasa tan rápido. No sé a qué hora, pero ya estoy unida a él por el resto de mi vida. ¡Dimos el sí! ¡Que emocionada me siento!

1 de abril 1998

——–Ya han pasado algunos meses y ha sido como me lo imaginé: la luna de miel fue fantástica; no pudimos ir a un lugar muy lujoso, pero lo importante fue cada momento que pasamos juntos. Fue tan amable, tan tierno. ¡Ah! Me deleité cada día en sus brazos y en cada uno de sus besos. ¡No pudo ser mejor!

——–Andrés es un hombre muy trabajador y siempre está pensando en mí, por tal motivo prefirió que me quedara en la casa, por lo cual de ahora en adelante no trabajaré. Me ha prometido darme todo que quiero, seré la reina de nuestra casa, y cuando lleguen los niños podré cuidarlos sin preocuparme. Además, estar en casa será lo mejor, aunque a veces extrañe a mis compañeras de trabajo y salir a diferentes lugares, pero imagino que es normal, esa era mi vida anterior, ahora debo asumir mi papel en la casa y entender que no puedo seguir haciendo algunas cosas que hacía antes. ¡No importa! Estoy segura de que vale la pena hacer esos pequeños sacrificios, él merece llegar y encontrar un lugar limpio, con una buena esposa que lo mime y espere con algo calientico. Si él es feliz, yo también lo seré.

4 de agosto, 1998

——–Estoy sola. Mi esposo trabaja lejos y suele llegar muy tarde, deseo esperarlo, pero los ojos se me cierran del cansancio, además el bebé en mi vientre da muchas pataditas. Creo que él o ella ya quiere que me acueste a descansar, ha sido un día agotador.

——–Con solo verme en el espejo recuerdo que no me he maquillado en días, tal vez sea mejor así, ya no lo necesito, aparte de que Andrés definitivamente llegará tarde, como se ha vuelto habitual.

8 de noviembre, 1998

——–Ya solo faltan dos meses y mi bebé llegará a casa. Estoy nerviosa y un poco confundida. He sufrido tantos cambios en mi cuerpo, me he llenado de estrías y me he puesto gorda como una ballena. Lo bueno es que a mi esposo eso no le importa, él me sigue amando igual. Hace unos días me trajo unas flores hermosas y me compró unos zapatos que me ayudan a descansar. ¡Pobre!, trabaja tanto que no le queda mucho tiempo para estar aquí. Aunque, estoy segura de que cuando nuestro bebé llegue no tendrá ganas ni de ir a trabajar.

13 de enero, 1999

——–Hace dos días nació mi hermosa Lucía, es tan bella, se parece a su padre. Fue un parto difícil, pero todo salió bien. Lo único triste fue que mi esposo no pudo estar, me dijo que su trabajo se lo impidió. Gracias a Dios una de mis amigas me acompañó. Lo importante es que cuando la vio, su cara brilló de alegría y se quedó toda la noche contemplándola, mientras me daba besos en la frente. ¡Me sentí tan querida! Es gratificante verlo complacido.

27 de junio, 1999

——–Mi Luci está creciendo y todo el tiempo requiere de mi atención, aunque Andrés me pidió que lo ayudara con algo de dinero para la casa, que empezara a trabajar desde aquí: es importante aportar en algo y tal vez, si me sobra, puedo comprarme algunas cositas que quiero; además, quiero tanto que podamos comprar la casa con la que sueño. ¡Ahí veré cómo logro organizarme!

——–Hace poco mis amigas me llamaron, querían que saliéramos, me dijeron que las acompañara al gimnasio para bajar un poco de peso; sí he notado que estoy más gorda desde el embarazo, pero no creo que eso sea una prioridad en estos momentos. Mi esposo me repite que me ama como soy, eso es lo importante.

19 de septiembre, 1999

——–Hoy Andrés me dejó ir a una fiesta con mis amigas. Me esmeré un poco más en mi apariencia. Cuando me vieron, no lo podían creer. Me sentí feliz y admirada. Ellas dicen que soy una mujer muy bonita, que debería maquillarme y peinarme más seguido; yo les digo jocosamente que no quiero andar levantando tanto y ellas se ríen.

——–Sin embargo, al rato mi mejor amiga se me acercó y me dijo con un tono serio: «No es broma, ¡no debes descuidarte!». Para ella, aunque trabaje desde casa, debo maquillarme y trabajar en mi apariencia, «¡hazlo por ti o, por lo menos, por Andrés!», dijo. Cómo se nota que ella tiene ayuda en su casa y puede sacar tiempo para esas trivialidades; además, para mi esposo no me veo fea así.

08 de diciembre, 1999

——–¡Puaj! No puede ser, ¿cómo pueden existir mujeres tan desgraciadas? ¡Uy!, me hierve la sangre de la piedra. Hay algunas zungas que se les meten por los ojos a los hombres buenos y responsables. Son unas envidiosas, en especial de mujeres que, como yo, sí tenemos una estabilidad, un futuro.

——–Mi esposo me lo contó, «solo fue una vez, te lo prometo», me dijo. Me pidió que lo perdonara, que no lo quería hacer —él me ama—. Por supuesto fue ella quien le insistió y para él, siendo hombre, no fue fácil aguantar la tentación.

——–Me duele el alma y siento el corazón destrozado. Pero… siempre ha sido tan bueno conmigo… está arrepentido y tuvo la valentía de contármelo, eso no lo hace cualquiera. ¡Agh! Yo sé que no volverá a pasar. ¡No permitiré que una cualquiera le quite el padre a mi hija y lo aleje de nuestro hogar!

12 de febrero, 2000

——–Todo ha mejorado últimamente. Andrés no volvió a verla, cumplió su palabra.

——–Decidí no contarle a nadie lo que pasó, no quiero que los demás piensen cosas que no son. Además, ¿para qué?, solo habría dañado su imagen por un error. Mi deber como esposa es cuidar que nada destruya nuestro hogar.

——–Creo que tal vez él cometió ese error porque yo no le di lo mejor de mí. ¡Qué tonta! Las labores de la casa son muy abrumadoras, sin pensar en Luci. Aunque… no volveré a cometer el mismo error. ¡De ahora en adelante haré lo que él me diga! Y creo que también dejaré de verme con mis amigas, eso me roba tiempo que puedo invertir en mi hogar.

26 de mayo, 2000

——–He estado cosiendo junto a esta ventana, ¿por cuánto?, ¿seis horas?, mi hija está en la cama y tendré visita. Mis amigas, al ver que yo no volví a salir, decidieron venir a mi casa. Tendré que hablarles mientras coso, aunque no puedo dejar que se queden por mucho tiempo; pese a que Andrés no dice nada, sé que no le gusta que ellas estén aquí. Es entendible, él llega cansado del trabajo y su humor suele cambiar cuando no estamos solos. «Es importante la privacidad de la casa», me dice cada vez que encuentra a alguien, «además, ellas solo vienen a chismosear y a robarte el tiempo». ¡Dios, que no se queden mucho!

——–Mi esposo ya llegó, ¡Dios! Escucho el sonido del carro y ellas no se han ido. Mi amiga Ángela no suele mirarlo con agrado, ella no lo quiere porque la vez pasada mi Andrés le dijo que ella es una mujer rebelde, que no conoce el lugar que le corresponde y que, por eso, su esposo la dejó. Me da lástima, la verdad. No entiendo cómo pudo preferir que su esposo se fuese con una zunga en lugar de luchar por él, como yo; prefirió quedarse sola con sus hijos.

——–Andrés golpea la ventana y me mira con una sonrisa. ¡Gracias a Dios!, parece estar de buen humor. Ha saludado a todas, incluso a Ángela, no fue grosero ¡Tonta! ¿Qué pienso de mi esposo? ¡Por Dios!, estoy casada con un caballero.

10 de junio, 2000

——–Gracias a Dios mis amigas no han vuelto en estos días. Mi esposo tiene toda la razón: si ellas siguen viniendo, aprenderé de sus costumbres y, la verdad, no deseo quedar sola como Ángela o tener que trabajar de día y estudiar de noche como Sonia para salir adelante. Ellas nunca han encontrado un buen esposo que las ayude.

03 de agosto, 2000

——–Andrés está pasando por un mal momento. Él nunca ha pasado del mal humor que es normal en todos los esposos, pero hoy llegó y solo de escuchar el llanto de nuestra hija se irritó tanto que le gritó de una manera que la niña quedó verde del susto.

——–¡Mañana estaré más pendiente para que la niña no lo moleste y él pueda descansar!

12 de octubre, 2000

——–Lo estoy viendo extraño, creo que es el cansancio. Su trabajo se ha intensificado tanto que le ha tocado quedarse en un hotel algunos días, porque se le ha hecho muy tarde para volver a casa desde tan lejos; por eso, cuando llega, intento estar lo mejor posible para él y que todo esté como le gusta: la comida caliente, su baño listo y mi hija tranquila para que no lo moleste.

——–Pese a que Andrés sigue deseándome como siempre y creo que hasta más, me pide cosas que no había hecho antes y, a veces, si soy sincera, no me siento muy cómoda. No creí que tendría que practicar cosas como esas, pero a él le gustan y se siente bien, se le ve satisfecho, ¡solo es cuestión de acostumbrarme!

24 de diciembre, 2000

——–Nos han invitado a pasar la navidad con mi familia. Quiero ir, salir de la casa un rato, pero Andrés me llamó y me dijo que sería mejor salir solo los tres como familia: «¿Para qué incomodamos a los demás?», me dijo. Creo que es mejor que no vayamos a donde mi familia, mejor nos iremos a un centro comercial a ver las luces.

25 de diciembre, 2000

——–Es un día lindo, he descansado bien, no pensé dormir tanto, pero bueno, al no ir al centro comercial anoche pude descansar completamente. Andrés no alcanzó a llegar del trabajo y esta mañana llegó cansado a dormir, me duele por mi niña que este año no pudo tener una linda navidad, pero su padre no se olvidó de ella y le trajo una muñequita muy hermosa y a mí me dijo que no me había traído nada para que yo misma fuera con él y comprará lo que yo quisiera. ¡Es muy considerado! Lo amo.

22 de enero, 2001

——–Me he sentido muy enferma, hace unos días fui al doctor y me diagnosticaron diabetes.

——–No ha sido fácil, todo el tiempo me siento cansada y somnolienta. Andrés ha estado muy ocupado y aunque le pedí que solicitara permiso en su trabajo unos días para que me ayudara en casa, no fue posible. Él dice que su jefe no se lo permite porque preciso ahora ha aumentado el trabajo. A veces creo que su trabajo es muy demandante, pero él me dice: «Desagradecida, ¿sabes que por eso comemos?». Yo sé que por mi enfermedad me he puesto algo irritable y eso a él lo molesta. Suele decirme que deje la cantaleta, que me he vuelto una mujer insoportable y fastidiosa, que ya no sirvo ni para la cama.

5 de febrero, 2001

——–Estoy haciendo lo posible para que Andrés se vuelva a sentir a gusto en casa, hasta seguí el consejo de mis amigas y estoy intentando verme más bonita para él. En ocasiones logro que vuelva a estar conmigo, pero en otras ocasiones lo siento ausente y, aunque no me lo dice, lo veo fastidiado y ni la niña le agrada.

——–Las peleas se han vuelto el pan de cada día y no entiendo por qué soy así, yo no lo quiero irritar, pero me he vuelto tan torpe y dormida que, como él dice, «hasta la casa y ser madre me quedó grande».

——–¡Soy tan estúpida! ¡No lo puedo perder! ¡Él es mi vida! No tendré la fuerza para seguir adelante si él ya no está.

05 de febrero, 2001

——–Andrés hoy llegó temprano, me dijo que tenía que hablar conmigo, no me gustó su expresión al decirlo, tengo miedo de lo que pueda pasar, de lo que esté a punto de decir; intento cambiar la conversación, no quiero escucharlo, siento que lo que tiene por decir no me gustará, la verdad, prefiero no saberlo. Él insiste y me pide que, por favor, deje lo que estoy haciendo y me siente a su lado…

——–No sé si es solo un sueño… de pronto, cada palabra que va saliendo de su boca se distorsiona en mi mente y no lo puedo escuchar bien. Suena como algo absurdo, tonto. Me río de lo cómico que me parece o, ¿solo es miedo?, ¿terror?

——–Un escalofrío recorre mi cuerpo y mis manos no dejan de temblar, frente a mí veo cómo su boca sigue moviéndose y cómo él intenta tomarme las manos y repetir una y otra vez: «¡Lo siento!, ¡lo siento!», pero ¿por qué esas palabras?

——–Aún no lo logro asimilar: mi mente está jugando conmigo. Él se pone de pie y se dirige a la habitación. Yo sigo ensimismada, absorta… lo veo tomar una maleta, ¿se va de viaje?, ¿a dónde? Mi mente comienza a unir palabras. «Me voy… ya no te amo… me enamoré de nuevo… quiero ir a hacer mi vida… ella es fantástica… ¡Tú ya no eres la mujer con la que me casé… lo siento, lo siento!».

——–Ha terminado de empacar sus maletas. Está yendo a la habitación de Lucía, a mi pequeña le da un beso en la frente y le susurra al oído: «Vendré pronto», le dice calmado, «te visitaré». ¿Por qué le dice eso? Las lágrimas empiezan a brotar de mis ojos a borbotones y un grito desesperado sale de mi garganta: «¡Tú no te puedes ir!», me tiro al suelo y lo tomo de su pantalón suplicándole que tenga compasión de mi hija, de mí, «recuerda el juramento que delante de Dios hicimos los dos. Te perdono, no importa lo que pasó, saldremos adelante, es solo una aventura más, es normal que los hombres tengan aventuras, tu esposa siempre seré yo».

——–Él solo me mira. No sé si es lástima o fastidio. Se agacha y con cuidado me coge los brazos, que aún siguen abrazados a sus rodillas. Me levanta, me pone frente a frente y vuelve a repetir: «¿No lo entiendes?, ¡ya no te amo!».

——–«No importa, me volverás amar de nuevo, además puede que estés confundido», le digo temblorosa. No sé si fue mi llanto o mi desesperación, pero se ha quedado quieto, paralizado, con esos ojos que pone cada vez que piensa.

——–Deja sobre el suelo la maleta y se sienta en la silla del comedor frotándose la frente. «¡Está bien!», me dice, «no te preocupes, ya no llores más, puede que tengas razón y que yo solo esté confundido, si tú no tienes problema entonces yo me quedaré». Siento como el alma me vuelve al cuerpo. Lo tomo de la mano y con alivio lo llevo al cuarto donde poco a poco me desnudo, proponiéndole que me haga suya, estoy dispuesta a hacer lo que me pida. Estoy segura de que en mis brazos se olvidará de esa mujer y recordará lo felices que hemos sido siempre. Él no se niega a mi deseo y mañana amaneceremos juntos, abrazados.

——–No es verdad lo que decía, ¡sí me ama! Me lo demuestra con cada roce de su cuerpo.

6 de julio, 2001

——–¿Tenían que venir aquí, a este parque? Están sentados en una banca, se acarician, se besan. Andrés no se percata de mi presencia y ella… menos. Los contemplo, los observo: mi alma está fría, no siento nada. Al final sé que, con satisfacción y pase lo que pase, Andrés vuelve cada vez a mí. Ella solo es su amante y yo… yo sigo siendo su esposa, la madre de su hija.

——–Me doy media vuelta y me dirijo a casa, preparo la comida, sé que pronto anochecerá y prefiero esperar a Andrés frente a la ventana. Ahí viene, debo soltarme el cabello que ahora lo tengo largo, al igual que ella.

——–Andrés abre la puerta y me ve, me saluda con un beso en los labios, yo lo miro fijamente a los ojos y respiro con tranquilidad. Él no sospecha siquiera que yo lo sé todo, que nunca la dejó, que siempre que tiene oportunidad se encuentra con ella y que aun muchas personas del barrio los han visto. Pero a mí eso no me importa, no sé si es por amor, por costumbre o porque me faltan las fuerzas para dejarlo ir. Solo sé que cada noche lo estaré esperando parada frente a la ventana.

 

*(Bogotá, Colombia)
Soy una mujer emprendedora capaz de llevar mis
experiencias a la literatura. Amo leer y le escribo a la vida.

eimy8013@gmail.com

Deja un comentario