Ingresar: nombre de usuario
César A. Cardozo

 

 

——–«Cris »…, por las iniciales de mi nombre; «Kenobi» porque soy fan de Star Wars; y «2345» porque era la única combinación para el nombre de usuario que el sistema me decía que quedaba. «*****», al final cambio el número de la secuencia para que no sea obvia mi clave y no se me vayan a meter a la cuenta, crack. Clic… clic: «buscando partida…».

——–—Y ¿su mamá?

——–—Dijo que volvía más tarde.

——–—Y… ¿el colegio? —Uff, que preguntica tan incómoda, papá…

——–—Ahí…

——–—Y ¿qué es «ahí»? —Y ¿si mejor seguimos hablando de mamá?

——–—Pues, ahí… bien…

——–—Arregle de vez en cuando este cuarto, esto parece un matorral.

——–—¡Ja!, dizque matorral, esto lo que es, es un santuario postguerra, no más mire: en la esquina derecha, ahí está la torre de la ropa de batalla, llena del sudor y la gloria que solo se obtiene cuando se vuelve vivo de ese platanal llamado «colegio»; o vea más de cerca, papá, acá en el escritorio están todas las provisiones que necesita un guerrero como yo, papitas, jugo en caja y dulces para no caer dormido en medio de la batalla; y pues el reguero es porque no puede haber tiempo para la batalla y para limpiar, solo tengo dos brazos. Que ¿por qué la cama parece un matorral distendido?, pues lo que pasa es que ese es mi refugio, ahí es donde me escondo de los ataques del enemigo, mire, es a prueba de ruido.

——–«Partida encontrada», clic: «adc». Ahí sonó la puerta, esa debe ser mamá, «treinta segundos para empezar la partida». Eso, papá, mejor vaya a mirar y déjeme aquí tranquilo que yo soy el encargado de ir por el carril derecho.

——–—¿Dónde estaba? —«Quince segundos para empezar la partida».

——–—Estaba con Maritza —«Diez segundos para empezar la partida».

——–—¿Me cree imbécil? —«Cinco segundos para empezar la partida».

——–—Es su problema si me cree o no, Javier —«Bienvenidos a la grieta del invocador». Clic—. ¡No me toque! —Yo mejor me hago acá al lado de mi torre, no vaya y sea que me metan un cachazo por sapo—. ¡Suélteme!

——–—¿Dónde estaba? —No, acá quedo expuesto y me terminan dando es en la jeta.

——–—Si no me suelta, grito —«Se están generando tropas». Mejor me meto debajo del matorral para disimular por si se vienen—. Javier, suélteme… me duele —«Primera sangre»—. Yo estaba con Maritza, se lo juro, llámela y pregúntele —Lástima que el matorral no sea a prueba de ruido. «Racha de asesinatos». Nos están partiendo el culo y yo, acá escondido como un idiota.

——–—No le creo nada —Debo salir o vamos a perder, ¡nos van a matar! «Es una máquina de matar»—. Deje de llorar y dígame dónde estaba —¡Es una masacre!, no tiene sentido salir, clic.

——–Mejor me tapo con las cobijas y hago como que no escuché nada; aquí no hay nada que yo pueda hacer.

 

 

Diseñador gráfico: Christopher David Forero
Correctora de estilo: Angélica María León

2 comentarios

  1. Wow, vine porque me lo recomendaron pero este cuento es más real de lo que parece, demuestra la realidad de muchas personas que quedan impotentes ante la violencia que viven en sus casas, ante la inseguridad que incluso se vive en el «hogar»…

Deja un comentario